domingo, 24 de mayo de 2009

Wanted: ¿Qué has hecho con tu vida últimamente?

Paso el ecuador de mayo con la esperanza de conseguir no uno, sino dos grupos para jugar al rol (a ver de dónde saco tiempo para crearles historias), y con una película que últimamente tenía ganas de despachar: la adaptación de un cómic del enfant terrible y grandísimo gilipollas Mark Millar, dirigida por el magnífico chalado ruso que nos dio Guardianes de la noche, Timur Bekmambetov.

Cuando acabaron con los héroes

Y con una habilidad sobrehumana para disparar justo en la trayectoria de la bala, por supuesto.

¿Cómo paras una bala? Con otra bala, desde luego.

Siendo pequeño, Mark Millar escuchó de su hermano mayor una fascinante historia: los superhéroes habían existido en el mundo real en otro tiempo, pero los supervillanos habían acabado por vencerles y borrarles del mapa, convirtiendo el mundo en la mierda que es en la actualidad. Cuando creció y se convirtió en guionista de cómics, Millar tiró de esa idea, mezclándola con un pitch que había ofrecido a DC sobre la Secret Society of Supervillains, para crear junto al dibujante J.G. Jones la novela gráfica Wanted.

El cómic contaba la historia de Wesley Gibson, un apocado perdedor, atrapado en un trabajo aburrido, tiranizado por una jefa abusiva y emparejado con una mujer que no hace más que ponerle los cuernos… hasta que un día una extraña mujer le revela que es el descendiente de El Asesino, un supervillano integrante de una secreta cábala conocida como La Fraternidad, que acabó hace años con todos los superhéroes y ahora domina el mundo desde las sombras. Escéptico al principio, el protagonista acaba por asumir el legado de su padre, convirtiéndose progresivamente en un monstruo depravado y teniendo que enfrentarse a un miembro de la Fraternidad aún peor que él cuando éste decide hacerse con el control del grupo para dominar el planeta a cara descubierta. Wanted lograba ser, al mismo tiempo, una acertada deconstrucción de la figura del supervillano (que si es tan admirada por adolescentes malotes, sugiere Millar, es precisamente porque no son más que adolescentes malotes con superpoderes y sin un padre que les inculque un sentido de la moralidad), y una muestra de desprecio hacia su audiencia, hasta el punto de que el epílogo de la historia consistía en un sermón de Wesley sobre lo patéticos que somos los frikis que leemos cómics.

Visto que, años después, Millar dijo que los que jugamos a videojuegos somos unos pederastas y luego publicó unas disculpas tan sinceras como una declaración de inocencia del repulsivo Carlos Fabra, el final ya no me sorprende ni me cabrea tanto como antes. Simple y llanamente, el tío es un perfecto gilipollas.

El caso es que la historia atrajo el interés de Hollywood, pero había un pequeño problema: filmarla tal y como salía en las páginas originales, con un porrón de supervillanos disfrazados y con parodias tan excesivas como un Clayface hecho de mierda, un Ventrílocuo cuya personalidad malvada está en su pene y muchas más ideas delirantes (que de seguro le parecieron a Millar mucho más ingeniosas de lo que resultaron ser en la práctica), era imposible. Así que lo que hicieron fue coger la idea básica, dejarla en manos de tres guionistas (Michael Brandt, Derek Haas y Chris Morgan), reclutar para dirigirla al émulo ruso de los Wachowski y bastardizar la historia hasta convertirla en una especie de Matrix con decenas de tipos con los poderes del Asesino.

¿Y sabéis que? Que, contra todo pronóstico, les salió superior al original.

Cada día es el mismo… pero eso va a cambiar ahora

Por eso me va de perilla usar un telescopio en lugar de una mira normal.

Me llamo Wesley. Mis hobbies son la astronomía y disparar a capullos a larga distancia.

Olvidad el estúpido prólogo escrito que abre la película, y que apesta claramente a añadido de última hora de los productores con miedo a que el espectador no entendiera la sencilla explicación de los orígenes de la Fraternidad una vez esta entra en escena: para lo que nos interesa, nuestra historia comienza con Wesley Gibson (James McAvoy), un pusilánime gestor de cuentas cuya vida da migraña de lo patética que es. Su jefa compensa los complejos e inseguridades derivados de su sobrepeso abusando psicológicamente de él, su novia le pone los cuernos descaradamente con su supuesto mejor amigo (y compañero de trabajo), y sufre constantes ataques de angustia que tiene que calmar tomándose ansiolíticos. ¿Puede tener algo que ver con la marcha de su padre del hogar familiar cuando Wesley tenía tan sólo siete días?

Pues no lo sé, pero el mismo día que conocemos a Wesley ocurre algo que tiene más que ver con él de lo que nadie sospecha: el complejo asesinato de un hombre de negocios que resulta tener una fuerza y velocidad sobrenaturales. Un grupo de francotiradores intenta apiolarle mientras está en su oficina, logrando sólo que el tipo salte a la azotea desde donde le atacan y acabe con todos ellos… para ser a su vez eliminado, previa conversación telefónica de despedida (y mofa), por Cross (Thomas Kretschmann, el villano de El arte de matar y Blade II), otro superhombre capaz de disparar a alguien desde la otra punta de la ciudad usando un telescopio como mirilla.

Las consecuencias de este suceso alcanzan a Wesley mientras compra sus píldoras en su farmacia habitual. Allí recibe la visita de Fox (Angelina Jolie), quien le informa de que su padre (el superhombre con traje de negocios al que Cross eliminó) ha muerto, y de que él es heredero de su legado, además de salvarle de las atenciones de su asesino en una infartante persecución a través de un supermercado y por las calles de la ciudad… durante la cual Wesley no hace otra cosa que chillar de terror cada cinco segundos.

Pero eso no es nada comparado con lo que le pasa al llegar al misterioso escondite de Fox. Allí conoce al líder de la Fraternidad, Sloan (Morgan Freeman), quien le explica que sus ataques de ansiedad eran un signo subconsciente de sus habilidades especiales. Cuando Wesley no le cree, Sloan le entrega la pistola que perteneció a su padre y le ordena que vuele las alas a una mosca; nuestro (anti)héroe reacciona con lógica incredulidad ante esta disparatada petición hasta que otro de los integrantes del grupo, el Armero (Common, rapero ya visto en Ases calientes y al que pronto volveremos a ver en Terminator:Salvation), le pone una pistola en la cabeza y le da tres segundos para realizar la imposible hazaña o morir con sus sesos desparramados. A nadie excepto al propio Wesley le sorprende que acabe siendo capaz de hacerlo (más que nada porque, de lo contrario, tendríamos una peli muy corta, pero esa es otra historia), y Sloan deja irse al aterrorizado joven, indicándole que la decisión final de entrar o no en la Fraternidad y vengar a su padre está ahora en sus manos.

Hacer palabras con partes del cuerpo del adversario puntúa el triple

Scrabble Extremo: el nuevo juego de moda en EE. UU.

Cuando se despierta a la mañana siguiente en su hogar, Wesley rechaza lo ocurrido anoche como una simple pesadilla… hasta que descubre que todavía tiene un pequeño recuerdo: la pistola de su padre. Aterrado, la oculta en la cisterna de su WC y se marcha a trabajar, pero no puede concentrarse en sus tareas, y en lugar de eso empieza a buscar información sobre el tiroteo en el que murió su padre. En esas está cuando su jefa decide martirizarle un poco más… y Wesley estalle en la que es una de mis escenas favoritas de la película, echándole un sermón a la muy desgraciada y remodelando la cara de su traicionero amigo con un teclado. la decisión está tomada: Wesley se une a la Fraternidad, y al diablo con todo.

Y a partir de ahí, a nuestro (anti)héroe le toca aprender la historia de esta hermandad, fundada hace 1.000 años por unos tejedores que descubrieron un curioso artefacto, el Telar del Destino, que les enviaba mensajes en binario con órdenes del Destino sobre tipos malos a los que matar para proteger a toda la Humanidad (es mejor de lo que parece escrito así, lo juro); también le toca someterse a un maravilloso entrenamiento que incluye terapeúticas palizas a manos del Mecánico (Marc Warren) para acostumbrarse al dolor, entrenamiento de pelea a cuchillos con el Carnicero (Dato Bakhtadze), prácticas de tiro para aprender a disparar en trayectoria curva (cosa de usar el instinto, le dice Sloan a Wesley) y muchas más diversiones, culminando en un baño de cera y aguas curativas supervisado por el Exterminador (Konstantin Khabensky, el prota de Guardianes de la noche y Guardianes del día). Y si puede resistir lo suficiente este sano régimen de sufrimiento, tal vez llegue a ser un asesino de pleno derecho, y a vivir las suficientes misiones para enfrentarse a Cross y vengar a su padre.

¿A nadie le da la sensación de que alguien está ocultando datos a Wesley?

Tomando el control de tu propia vida

Por cieeelos e maaaares... con un pistolóooooooon...

E a tiiiiiii… io crujiréeeeeeeee…

No nos engañemos: el principal motivo para ver Wanted es gozarla bien gozada con las espectaculares escenas de acción que Timur Bekmambetov idea y sus compatriotas encargados de los efectos especiales realizan. Y la película no decepciona en ese aspecto: desde el asesinato que perpetra Cross al principio hasta el enfrentamiento final de Wesley contra el villano, todas las escenas de este tipo son un espectáculo de coches haciendo acrobacias, balas chocando unas contra otras, ralentizaciones de la acción que la hacen más épica si cabe y buen espectáculo en general; mención especial para la pelea definitiva entre Wesley y Cross, que incluye una emocionante lucha al borde de un precipicio en un tren descarrilado y, poco antes de eso, una memorable aproximación por parte de Fox al problema de aparcar el coche en un tren en movimiento.

Pero si Wanted sólo fuera una buena imitación de Matrix en sus escenas de acción, no cabe duda de que la película sería altamente apedreable: salvo algunas escenas del principio y la premisa inicial, todo ha sido cambiado respecto  al cómic original. La Fraternidad ha pasado a ser un grupo moralmente ambiguo de asesinos, Wesley es un antihéroe que evita siempre que puede los daños colaterales y tiene dudas sobre la moralidad de sus actos, y el sentido del final de la historia es diametralmente opuesto. ¿Por qué me gustó entonces?

Pues no sé… Oh, tal vez sea porque los aspectos que la adaptación cinematográfica cambia son, más o menos, los mismos por los que yo le destrozaría la tráquea con un bate de béisbol a Mark Millar, o los que convertirían el posible filme en un bodrio/pozo sin fondo de dinero infilmable. Si quitar todo el trasfondo supervillanesco abarata y quita potencial de ridículo al resultado final, los cambios referentes al protagonista le dan a la historia un hálito de humanidad que le hacía falta desesperadamente.

Venga, Renfe, ¡A VER CÓMO ME LO IMPIDES AHORA!

Yo dije que subía con mi coche en el tren, y voy a hacerlo.

El Wesley del cómic, citando palabras de uno de mis compañeros de piso, es un tío especialmente despreciable: una víctima de matones que, al descubrir que tiene poder, se convierte en el peor de ellos. O como yo digo, un tipo que parte de una mediocridad patética para alcanzar las más altas cotas de inmundicia moral. El de la película, sin embargo, es alguien que logra crecer de verdad como persona, aprovechando las lecciones que recibe de sus crueles mentores en la Fraternidad para despojarse de los miedos que le atenazaban y convertirse en el capitán del navío de su vida. y no sólo eso: si su versión comiquera dedicaba el epílogo a insultar a la audiencia que da de comer al imbécil de su creador, el Wesley fílmico les da un capón para decirles: “Eh, capullo, si un pringado como yo ha podido sobreponerse a sus miedos y recuperar el control de su vida, ¿A QUÉ COÑO ESPERAS TÚ PARA HACERLO?”

O lo que es lo mismo: Wanted es una típica, pero entrañable, historia de superación personal a través del aprendizaje de las artes del combate. Es como Dragon Ball o Naruto pero con pistolas. Es, en suma, más fiel al espíritu de Dragon Ball que su propia adaptación cinematográfica. Y no, nunca me cansaré de hacer chistes con ese engendro del celuloide.

James McAvoy logra estar muy adecuado y creíble como el oficinista apocado que Wesley es al principio y como el decidido (anti)héroe de acción en el que acaba convirtiéndose, y Angelina Jolie y Morgan Freeman le secundan bien como sus maestros. En cuanto a los demás, decir que Konstantin Khabensky resulta entrañablemente lunático en su papel de curandero de profesión y cazarratas de hobby, y Thomas Kretschmann cumple como el enigmático Cross.

De modo que, si os sentís decaídos una tarde ociosa, y queréis ver una peli palomitera que de paso os recuerde que vosotros podéis hacer frente a los capullos y abusones que os rodean, esta os puede servir muy bien. Y si el cómic original os irritó como a mí, sin duda os quitará ese regusto amargo.

Hay que añadir que en la peli se nota aún más la influencia de El club de la lucha en esta historia.

2 comentarios:

Fet dijo...

A mí me gustan los cómics que me insultan.

cszMorpheus dijo...

Me encantan las buenas películas palomiteras, que conste. Pero esta cosa me parece un truño de principio a fin, y creo firmemente que el mundo sería un lugar mejor si nadie le hubiese dado el dinero a timur para hacerla. Que por otra parte, tras uwe boll (ninguno de los dos merece mayúsculas) es lo peor que le ha pasado al cine en estos últimos años.