jueves, 31 de diciembre de 2009

Propósitos de año nuevo, ahora que el viejo agota sus últimas horas

En el momento que escribo estas líneas, todos estamos apurando los últimos preparativos de la tradicional cena de Nochevieja, y pensando qué deseos vamos a pedir cuando las campanadas den entrada al primer año de la nueva década, y qué propósitos nos vamos a hacer. En el capítulo de estos últimos, yo lo tengo claro: me propongo firmemente ser más regular actualizando la peich que en los últimos caóticos meses, que mis pocos lectores vais a acabar cabreándoos con razón por mi vagancia.

Y mira, creo que para abrir el año voy a hablar de algo que hasta ahora no trataba en La Página Negra. ¿El qué? Dejad que os dé una pista:

Y con estas me despido, no sin antes felicitar a Cszmorpheus por terminar Psychonauts sin sufrir un ataque de ira homicida en el proceso con el puñetero último nivel. Ahora sólo nos queda que Schafer decida anunciar con el nuevo año una secuela de las aventuras de Raz y compañía, o una conversión a PC de Brütal Legend, y seré feliz.

martes, 22 de diciembre de 2009

Manifiesto: ¡quitad vuestras sucias manos de mi Internet, mamones!

A estas horas, estoy preparando mi marcha de vacaciones a Santander, pero sin prisas, que el temporal de hielo y nieve que está entorpeciendo el tráfico a la altura de Madrid no da para muchas. También estoy preguntándome cuando reuniré Fuerza de Voluntad (tirada extendida a Dificultad 10, hay que sacar siete éxitos) para postear una nueva entrada como Dios manda, y de qué hablaré en ella. Además de todo eso, estoy escuchando la banda sonora de The Warriors para aclarar las ideas, por si a alguien le interesan esa clase de detalles.

Pero antes, y a petición de dos de los escasos lectores de La Página Negra, quiero tratar el asunto este de que el anteproyecto de la Ley de Economía Sostenible quiere incluir unas disposiciones para prohibir a los malvados internautas que se den paseos en mula. Más que nada porque, tras hablar con ambos lectores en una productiva conversación de café (que incluyó temas tan apasionantes como los cambios que Spielberg y Lucas hicieron a ET y la trilogía de La guerra de las galaxias, y por qué se vieron condenados a hacerlos para poder reestrenarlas), me di cuenta de que, por mucho que deteste a la SGAE, a la actual ministra de Cultura y a sus aliados, tampoco deberían olerme bien los que se han erigido en “representantes” de la muchachada internetera.

De modo que, desde mi punto de vista de indocumentado semiautista, permitidme un manifiestillo de cosecha propia sobre el asunto.

Advertencia: las opiniones vertidas en este panfleto sólo son responsabilidad del Pequeño Perdedor, quien reconoce ser algo (bastante) ignorante en el tema. Ergo, el autor pide perdón anticipado por los momentos de demagogia pancartera, bilis desatada o generalización odiosa en los que pueda incurrir.

Yo, yo mismo y el menda, manifiesto lo siguiente:

1. Está muy, pero que muy mal eso de colarnos una regulación sobre el tema de tapadillo en la Ley de Economía Sostenible. Más que nada porque, dado que es una normativa que afecta a un asunto muy sensible para la población en general (quien más y quien menos se ha bajado algo del eMule alguna vez), es de esas cosas que mejor se debaten en público durante unos meses, dando oportunidad a todas las partes afectadas para que den su opinión y/o desbarren, y a conocer mejor datos como si el consejo dependiente del Ministerio de Cultura va a poder cerrar webs de enlaces por sus santos cojones o no.

2. Está bien eso de respetar los derechos de los creadores, pero ¿es la mejor manera de hacerlo criminalizar a todo el que se baja algo por el P2P y ponerle, no sé, un multazo de 119.000 dólares por bajarse una docena de canciones? ¿Hasta qué punto las descargas de una película, libro, disco, videojuego o lo que sea equivalen a ventas perdidas? ¿Cuántas son de personas que, ya fuera por el precio prohibitivo (sobre todo en los videojuegos: Dios, qué manera de atracarnos a mano armada tienen a veces las compañías, sobre todo en consola) o por otro factor, no se lo iban a comprar de todas maneras? ¿Cuántos de esos últimos decidirán tras probarlo que el producto cultural vale el dinerito que piden por disfrutarlo? ¿Cuántos se descargan obras que son inencontrables en nuestro país?

3. Por lo que le oigo comentar a muchos grupos de música, y al menos a una guionista (¡hola, doña Small!), no está tan claro que el P2P sea el gran enemigo de los creadores. Si la ministra de Cultura quería defenderles de algo, haría bien en fijarse en otros objetivos que les hacen bastante más daño. Por ejemplo, las discográficas que ofrecen contratos abusivos, los productores que van a la caza de la subvención y dejan al cineasta en la estacada, las majors que imponen sus mierdas en cartelera sobre películas que a lo mejor son mejores, pero que son españolas… La lista sigue y sigue.

4. Ya que estamos en materia, ¿hasta qué punto la lucha contra la “piratería” es por defender los derechos de los autores, y hasta qué punto es para defender los derechos de explotación de las editoriales, discográficas, productoras y demás? Más que nada porque uno de los paladines (guardia negro, más bien) de esta cruzada es la Sociedad General de Autores y Editores. Que a mí me parece de puta madre luchar porque los creadores puedan vivir, y bien, de su trabajo, pero ya me hace tanta gracia que toda esta movida se haga para que los distribuidores que les chupan la sangre (salvo honrosas excepciones, que pueden ser más o menos numerosas) puedan hacerse más de oro.

5. Y de ahí pasamos a la excepción en el grupo de creadores, en concreto de creadores musicales. Sí, me refiero a esos odiosos cretinos sin talento, y a otros de su misma cuerda (sí, Alejandro Sanz, esto también va por ti), que se quejan de que los malísimos piratas del P2P les hacen perder dinero mientras se compran chalet nuevo en Miami o meten sus cuartos en Liechstein para no pagar tributo a Hacienda. Como decía un famoso e-mail que corre por la Red, hay que joderse que una banda de niños ricos que viven de (mal)cantar vengan a llorarnos a una panda de mileuristas que el eMule les está dejando pobres.

6. Hay que hacer también autocrítica, y reconocer que muchos nos hemos tomado el P2P como una barra libre. Eso tampoco puede ser, aunque no sea yo quién para afear esa conducta a los demás. Comprendo que, cuando eres un joven sin ingresos propios y que vive de parasitar a la fuerza a sus padres, recurras con más frecuencia al eMule o al Ares, pero si llegas a un punto en el que tienes sueldo propio y eres capaz, ¡oh maravilla! de ahorrar lo suficiente para ello, ¿por qué no comprar en vez de bajar? Sobre todo si se trata de un juego, libro o peli a un precio asequible: si se trata, por ejemplo, de un videojuego que acaba de salir al mercado y que está al precio habitual en esos casos (léase: un puto atraco a mano armada)… ahí ya no entro a censurar, aunque yo mismo haya pagado de todas formas en tres ocasiones (y en una de ellas mi arrepentimiento fue amargo como morder un limón, pero esa es otra historia).

7. Entrando a la negociación de la ley, ¿quiénes son los que fueron a hablar con la ministra del asunto en nombre de todos los internautas? Porque yo no les conozco y, desde luego, no les he elegido. Que no dudo de su buena voluntad en defender nuestros intereses, pero me gustaría saber mejor quiénes son y para quién trabajan antes de aclamarles como mis salvadores. Ya saben, por si acaso están siguiendo la agenda de algún lobby tecnológico para convertir la Red en su cotolengo privado, o cambiar las normas para quedarse ellos con todo el pastel y dejar a todos, internautas y creadores, con el culo en pompa para que ellos se lo desfonden.

Vale, quizás debería haberme parado en “cotolengo privado”.

8. Puestos a preguntar, ¿quién coño es la Coalición de los Creadores? Porque doña Pitu se lo pregunta, y con motivo, y a mí también me ha despertado la (in)sana curiosidad. Por el olor a podrido que emana de ellos, mayormente.

9. Voy a confesar una honda perversión: he llegado a la conclusión de que me gusta el canon. ¿Por qué? Porque, como me explicó un profesor universitario experto en el tema durante la elaboración de un reportaje el año pasado, es una tasa que sirve para compensar el perjuicio que el derecho a la copia privada (que incluye, hasta donde llega mi entendimiento, el asunto del eMule) puede provocar a los derechos de explotación de los creadores. De modo que, cuando nos llaman “piratas” los muchachos de la SGAE, están olvidando que ellos ya cobran una generosa compensación para repartirla entre sus asociados. Para que nos entendamos: o cobran el canon, y entonces no sé a qué coño viene esta criminalización del P2P en el lenguaje y en los cambios legales que pretenden provocar, o sí somos unos piratas de mielda, y entonces sanseacabó el canon (o sansebajóunhuevo, que también puede ser). Las dos cosas, como parece que pretende el osito Teddy, no van a poder ser. No en un país que pretenda ser algo más que una república bananera. Otra cosa es que el criterio que la Innombrable emplee para repartir el canon entre los suyos sea más que discutible, pero no tengo ganas de meterme en esos jardines.

10. Podría seguir fustigando a los partidarios de la ley (y a algunos de mi lado, incluyendo a mí mismo) un buen rato, pero vamos a dejarlo en diez puntos, y lo vamos a hacer de esta manera: hace falta garantizar los derechos de los creadores, pero sin mandar a la mierda los derechos de los ciudadanos de a pie, y viceversa. ¿Cómo? No lo sé, no soy David Bravo. Pero lo que sí tengo claro es que dejarse llevar por lo que digan algunos lobbies que dicen representar a todos los creadores, pero que sólo tienen en mente el interés económico de las compañías distribuidoras, de sus propios gestores (sí, Ramón, es a ti a quien me refiero; a ti y al osito), o de los animatronics sonoros (me niego a llamarles “músicos”) que más se escuchan en los cutrediscobares de este puto país, no es el modo. Tampoco lo es dejarse llevar por los intereses del lobby de las nuevas tecnologías. En este asunto, como en tantos otros, sospecho que la mejor (o menos mala) solución va a ser que todos los dejemos algunos pelos en la gatera, pero sin que nadie intente escaquearse y dejar menos pelos que el otro. O algo así

Y como poner tantas tonterías seguidas agota, y leerlas agota más, les dejo con unos minutos musicales relativos al tema tratado.

Para qué nos vamos a engañar, mi intento de mostrar una postura mesurada y equilibrada acaba de irse a la mierda con este video. Pero, ¿qué importa? Soy un puto mindundi que malvive en un piso compartido, no un creador de opinión. Si les ha ofendido, me disculpo enormemente, y prometo volver a contar las películas que me veo y los juegos que me paso en la próxima actualización.

Que será… um… Mejor que esperéis sentados mientras llega, chicos.