Lectores y lectoras, espero que estéis disfrutando de esos últimos días que quedan antes de que Samhain celta, el Hallowe’en anglosajón, llene de monstruos nuestras calles, para horror de los puristas y gentes impresionables y deleite de los que amamos todo lo macabro. Espero también que dediquéis unos momentos de estos días a recordar a aquellos que ya nos han dejado; yo sé que lo haré, en especial con mi padre, al que no hace ni un año que dije adiós, y al que sigo echando de menos, pero también dedicaré unos momentos a su hermano, mi tío, que murió bastante antes pese a ser más joven; a la mujer de éste, mi tía, que murió de repente y supuso mi primera (y traumática) experiencia de una muerte en la familia; a mis abuelas, que nos dejaron tras vivir largas vidas; y a mis abuelos, a los que nunca llegué a conocer en persona por diversos avatares del destino. Demonios, recordaré hasta a los amigos peludos y cuadrúpedos que he conocido en mi vida, porque soy de los que cree que, si los seres humanos tenemos algo que pueda llamarse “alma”, los animales también, y si no, también merecen que se les recuerde y llore.
Pero aquí no estamos para llorar, sino para hablar de juegos y pelis rarunos, a ser posible con monstruos y fantasmas de por medio. Y gracias a la gentileza de uno de los integrantes de mi grupo habitual de rol, esta vez os ofrezco un juego que intenta aunar el estilo del Wolfenstein con el terror gótico del Nosferatu de Friedrich W. Murnau y su inspiración directa, el Drácula de Bram Stoker… pero sin gastarse demasiado dinero en el proceso.
Moza, cásate con yo, que tengo tierras (malditas)
Antes de que encuentres al primero superviviente, el juego te informa amablemente de que se ha liado parda. Claro que, ¿acaso cabía esperar otra cosa, viendo el lugar?