Tranquiliza, aunque no mucho, el ver que uno pasa la marca de los tres meses y medio en el trabajo sin que le lancen indirectas sobre la conveniencia de buscar otro empleo. Por otro lado, mi proyectada crítica de Gothic 3 ha chocado con un inesperado obstáculo; uno que contaré cuando por fin la escriba. Para pasar el tiempo hasta entonces, os dejo con la última película que he visto en el cine, un filme basado en un relato corto de Stephen King que es más que probable que inspirara un par de ideas del celebérrimo Silent Hill.
Puré de guisantes con tropezones asesinos
David Drayton (Thomas Jane, o lo que es lo mismo, El Castigador) un ilustrador profesional de éxito, está dando los últimos toques a su último encargo, un póster para una película (¿la adaptación al cine de La Torre Oscura, quizás?) cuando una violenta tormenta se cierne sobre su hogar en un pueblecito de Maine. Drayton, su mujer (Kelly Collins Linzt) y su hijo bajan a refugiarse al sótano; una buena idea, porque durante la tempestad un árbol cae sobre la casa, destrozando la pared y aplastando el lugar donde David dibujaba hasta hace unos momentos.
Por la mañana, los Drayton ven que no sólo el estudio de David ha sido víctima de la tormenta (adiós a su último trabajo), sino que un árbol de su vecino, Brent Norton (André Braugher, que muestra cierto parecido con Forest Whitaker, tal vez porque le dobla el mismo tío) les ha destrozado el cobertizo junto al lago a cuyas orillas viven. Por motivos que al principio no están claros, a David no le hace gracia ir a su vecino y pedirle que avise a su seguro para pagar el desperfecto; pero un poco de convencimiento por parte de su señora, unido al descubrimiento de que Brent acaba de perder su flamante Mercedes en un accidente similar, le permiten salir del trance airoso.
Como la tormenta ha acabado también con el suministro eléctrico, David lleva a su hijo y a Brent en su coche hasta el supermercado local. Y por el camino, no pueden dejar de observar hechos bastante anómalos. En primer lugar, desde las montañas al otro lado del lago baja una niebla lo bastante densa como para sacar trozos con una cuchara y usarlos como merengue en una tarta. En segundo lugar, los soldados acuartelados en una base de las montañas están viniendo hacia el pueblo en camiones de manera masiva. En tercer lugar, mientras están en el supermercado (que tiene una afluencia de clientes comparable a la de cualquier supermercado español durante el más reciente guirigay) y comentan con sus vecinos la que se ha armado con la tormenta y el nieblón que se avecina, varios coches de la policía local pasan a toda pastilla en la misma dirección que fueron los camiones de los militares.
El pastel se acaba revelando cuando una estruendosa sirena de emergencia corta el aire y, entre la niebla que se acerca, un hombre ya mayor con la nariz sangrando (Jeffrey DeMunn, que hizo el papel del abominable Andrei Chikatilo en Citizen X) corre como una bala a refugiarse en el supermercado; se trata de Dan Miller, otro de los vecinos del pueblo. Cuando llega, Dan habla de que hay "algo peligroso" en la niebla, y que nadie debe salir. Ante tan alarmantes noticias, y sin otra información sobre lo que está pasando, los vecinos que están en el supermercado deciden quedarse recluidos dentro; todos, excepto una mujer que, histérica porque ha dejado a sus hijos solos en su casa, abandona el lugar a solas.
Las horas pasan en el supermercado entre la incertidumbre y el miedo para los allí recluidos, entre los que, aparte de los personajes ya mencionados, hay tres reclutas de la base de las montañas, uno de los cuales (Samuel Witwer) parece tener alguna relación con una cajera; dos profesoras de escuela, una ya anciana, y la otra recién llegada al puesto (Laurie Holden, quien ya tiene experiencia con nieblas chungas tras interpretar a Cybil Bennett en Silent Hill) y que no tarda en establecer una cercanía con David y su hijo; dos mecánicos del taller local, llamados Jim (William Sadler) y Myron (David Jensen); el gerente del supermercado (Robert Treveiler) y su asistente en el puesto, Ollie (Toby Jones); y, como no podía ser de otra manera, una cristofreak de la "Escuela Margaret White de Zumbados con Motivaciones Religiosas", la señora Crmody (Marcia Gay Harden). En conjunto, no puede decirse que sean la compañía ideal para pasar unas horas acastillado en un recinto cerrado.
Y menos aún cuando David, buscando una manta para tapar a su churumbel mientras duerme, descubre que el generador de emergencia está atascado, y que algo está empujando la portezuela metálica del almacén desde fuera. Cuando comenta este último hecho con los mecánicos y con Ollie, estos no le creen y van con Norm, otro empleado del supermercado, a intentar desobstruir el generador. Contra las protestas de David, Norm se presta voluntario para salir fuera... y en cuanto abre la puerta se convierte en la primera víctima de la niebla, cuando unos tentáculos erizados de pinchos le atrapan y se le llevan, ante la pasividad de los aterrados Jim y Myron y la impotencia de David y Ollie.
A partir de ese momento, las cosas empeoran a toda velocidad. Los intentos de David por explicar lo que pasa se ven minados por Brent, que cree que todo es una elaborada broma para humillarle, pese a que el ilustrador puede mostrar a varios de sus compañeros de asedio un tentáculo cortado durante el inútil intento de rescatar a Norm. La señora Carmody empieza a sermonear que lo que está pasando es una señal de que el Juicio Final ha llegado. Y los rencores, rencillas y envidias que hay entre los vecinos encuentran terreno fértil para volver a florecer en la tensión de la situación; y es que, con lo peligrosos que son los seres que se ocultan en la niebla, David y su hijo harían bien en temer más a sus compañeros de encierro.
Va a ser que Sartre tenía parte de razón
El relato original de Stephen King fue la primera obra del rey del terror de Maine que Frank Darabont quiso adaptar, allá a principios de los ochenta, y por fin lo ha hecho tras darnos dos de los mejores dramas carcelarios jamás llevados a la gran pantalla. Y su método para afrontar esta historia no es tan diferente al de sus películas anteriores: concentrarse en las relaciones entre los personajes y sus problemas personales, y que el resto se derive de ello. La mayor parte del metraje de La niebla pone énfasis el grupo humano encerrado en el supermercado, y en cómo la situación de reclusión va minando su cordura y sacando lo mejor (pocas veces) y lo peor (casi siempre) de ellos mismos.
Eso no quiere decir que Darabont descuide los momentos en que los bichos que vienen con la niebla atacan a los asediados. Los diseños de las criaturas, obra de Bernie Wrightson, sugieren especies animales de otro mundo, a la vez vagamente similares a las del nuestro y radicalmente diferentes. Y esta impresión no se ve reflejada sólo en su aspecto, sino en su comportamiento, sobre todo en la escena en que un grupo de "moscas" gigantes empieza a posarse en la fachada del supermercado y son cazadas por una especie de "cuervos humanoides"
Y si a alguien le resultan familiares estos diseños, tal vez sea porque el relato del genio de Maine fue una de las múltiples inspiraciones de Keiichiro Toyama a la hora de traernos esa ambrosía del survival horror llamada Silent Hill. ¿Se inspiró Wrightson en el juego para su visualización de los monstruos en celuloide, o las descripciones de King le llevaron a sacar "conclusiones similares" a las del Team Silent?
La importancia de los momentos de interacción humana se ve realzada por la decisión del director de no usar ninguna clase de banda sonora para estas escenas. La música queda reservada sólo para los ataques de los monstruos y para el final.
En general, el filme logra mantener el interés por los dramas (y tragedias) que viven los asediados, pero no llegué a conectar con los personajes como lo hice en Cadena perpetua o La milla verde; en descargo de la película, diré que sospecho que la culpa fue más de los putos niñatos a los que tuve que aguantar durante la proyección (figuráos, amados y escasos lectores, de qué café me pusieron para que arrojara un vaso de Coca Cola en su dirección). Las escenas en que los monstruos atacan, por otra parte, provocan más tensión que verdadero miedo, pero ofrecen dosis bien medidas de sangre, y de esa mezcla de estupefacción y horror que un espectador siente al ver a un personaje con el que se ha encariñado morir de una manera horrorosa.
Pero lo que de verdad le da el empuje a la película, y la separa de otros filmes eficaces de terror con bichos lovecraftianos, es el final. He visto describirlo como "un puñetazo en el alma"; yo, sin llegar a tanto, lo veo más como una de esas tortas que resuenan más de lo que duelen, pero que te dejan varias horas anonadado y acordándote de cómo restallaron en tu mejilla. Al igual que en adaptaciones de King como El cazador de sueños, es distinto al de la obra original; se diferencia del filme de Lawrence Kasdan en que tiene la aprobación oficial de Stephen King (que confesó sentirse encantado por un cierre que va contra las convención típica de los grandes estudios) y tiene sentido en relación con el resto del metraje, y con la idea de que gran parte de los horrores que suceden en el mismo se derivan de las limitaciones humanas de sus protagonistas. Si vais a ver La niebla por un sólo motivo, que sea para que su última escena os dé una tollina en el alma.
Del final de El cazador de sueños ya hablaremos otro día. Y os aviso que no va ser bonito de ver.
6 comentarios:
bueniiiiisima peli, me encanta, lo que no sabia y he leido aqui es que los diseños corren de manos de Wrightson, que grande, con razon molan la ostia los bichucos...
No sé si el poster de "La Cosa" de Carpenter es suyo, pero el caso es que sale en el estudio de David al principio. Y seguramente también es suyo el dibujo de Roland Deschain en el que trabaja David cuando llega la tormenta.
Totalmente de acuerdo con lo del final, es una de esas cosas que se te pasan un momento por la cabeza pero sin llegar a imaginarla realmente y cuando llega...pues eso, que te dejan varias horas con un "que putada" o "no puede ser" en la cabeza. Con la aprobacion de Stephen King igual incluso han mejorado el libro original que aún no he tenido la posibilidad de leer.
Creo que está en una recopilación de relatos cortos que le regalé a mi sobrino. Mándame un correo y te lo digo.
Poco dificil mandarte un correo porque no le tengo!
A mí me pareció una gran castaña. Ni me llegó como relato de terror, ni como drama. El tema religioso se telegrafía desde el principio, y las reacciones son de lo más variopintas, y así no hay quien conecte con los protagonistas.
El final, desde luego impactante y valiente... lo que no me queda claro es si, además, es gratuito.
¡1 saludo!
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