sábado, 27 de octubre de 2007

Death Proof: salvajes de carretera secundaria

Hoy estoy de celebración. Ya creía que se me había pasado la oportunidad de gozar con la otra mitad de Grindhouse, y ya maldecía por siete generaciones a los cines de la Pitiusa mayor por no haberla traído en su momento. Pero de repente, sin esperármelo, ocurrió el milagro: el cine Los Ángeles de Santander, última sala urbana clásica que resiste ahora y siempre al invasor con la ayuda del Gobierno cántabro, programaba Death Proof entre sus proyecciones diarias. Ayer, aprovechando que por fin era viernes, me decidí a visitar el cine en el que vi filmes tan grandiosos como Mary Poppins o El secreto de Joey después de largos años de ausencia. Y fíjate que casualidad: encontré de recepcionista a un viejo compañero de colegio. Las vueltas que da la vida, y sin embargo parece que no hay manera de que salgamos de esta maldita ciudad. Pero este no es lugar para disquisiciones existenciales: este es lugar para contar lo que sentí desde que las luces se apagaron hasta que salieron los créditos finales.


Para ser psicópata de primera, acelera, acelera

Tras unos créditos iniciales rodados en su mayor parte desde los parabrisas de dos coches muy distintos (uno que lleva a una pasajera de bonitos pies, otro que va por carreteras secundarias a velocidad de vértigo), la película nos sume en las vidas de "Jungle" Julia (Sidney Tamiia Poitier, la hija del mismísimo señor Tibbs), una locutora de radio mañanera de Austin, Texas, y de sus amigas Arlene "Mariposa" (Vanessa Ferlito, de CSI: Nueva York) y Shanna (Jordan Ladd, nieta del mismísimo Alan Ladd y que también hemos visto en Hostel II). Las tres se dirigen a pasar el fin de semana en la casa junto al lago del padre de Shanna, pero antes van a celebrar el cumpleanos de Julia con juerga y bebercio. Mientras hablan de cosas de chicas (como Sexo en Nueva York, pero en garrulo), se emborrachan y ligan, Mariposa se da cuenta de que un coche bastante extraño las está siguiendo alla donde van. Se trata de un muscle car negro (un Chevy Nova, para ser exactos; gracias, IMDB, por suplir mi desconocimiento general del mundo del motor) con una calavera y dos rayos cruzados en el capó y un ornamento plateado delante en forma de pato; ni es muy discreto ni inspira buen rollo, lo que contribuye aún más a la intranquilidad de la joven.

Esa misma noche, en el Texas Chili Parlor, tienen oportunidad de conocer al hombre tras el volante de tan estrafalario buga: Especialista Mike (Serpiente Plissken, digo, Kurt Russell, uno de los grandes tíos duros del cine de los 70 y 80), un especialista cinematográfico entrado en años, con pinta de galán trasnochado y una fea cicatriz en el lado izquierdo de su cara. En el transcurso de la velada, una guapa rubia de bote llamada Pam (una irreconocible Rose McGowan haciendo doblete con Planet Terror) pregunta si alguien puede llevarla a casa más tarde... ¿y a que no sabéis quién le ofrece transporte? Si vuestra respuesta es "Mike", daos una palmada en la espalda. Pese a tener a la muchacha como futura pasajera, Mike demuestra más interés en Julia, Arlene y Shanna, intentando entablar conversación con ellas en varias ocasiones. Sin embargo, ellas no parecen tenerle mucho aprecio. Es la cicatriz, dice él en un momento dado; es tu coche, le responde Mariposa. Es un poco de lo uno y un poco de lo otro, tercian los espectadores.

Arlene hace bien en desconfiar, porque la verdad es que Mike es un asesino en serie. Pero no uno de esos vulgares carniceros sin estilo que utilizan cuchillos ni hachas, no señor: él utiliza su coche. Como todo buen especialista, lo tiene preparado y reforzado a prueba de muerte, pero para sacarle partida a esta seguridad hay que estar sentado en el asiento del piloto. Quien tenga la mala suerte de ir con él de pasajero, o de que Mike tenga interés por chocar con él, puede darse por jodido. Lo siento, Pam: me caías bien, pero el revisor ha venido a picarte el billete... y hasta aquí puedo leer. Sólo decir que antes de que acabe la película tendremos ocasión de ver un cameo de la feliz familia McGraw (Earl, Edgar y Dakota), y que un segundo grupo de chicas encabezado por la especialista Zöe Bell y sus amigas Kim (Tracie Thoms) y Abernathy (Rosario Dawson, la temible Gail de Sin City) cruzará su camino con el de Mike; y quien recuerde Pedro Navajas de Rubén Blades se puede hacer una idea del jardín en que se va a meter al ponerlas en su lista de futuras víctimas...


¡Trata de arrancarlo, Carlos, trata de arrancarlo!

Como los coches que ocupan un lugar vital en su trama, Death Proof no se lanza de cabeza a la acción y la sangre, sino que se toma su tiempo; después de todo, no puedes ponerte en quinta sin haber puesto antes las demás marchas. El gran problema que tiene la película es que tal vez Tarantino emplea demasiado tiempo de su metraje conduciendo por ciudad, si sabéis a lo que me refiero.

El filme está dividido en dos partes marcadas, dos episodios unidos por la presencia de Especialista Mike. Ambos se inician con la presentación de un grupo de chicas que van a verse amenazadas por el psicópata a la manera que acostumbra Tarantino en todos sus trabajos, es decir, ofreciéndonos un pedazo de su vida cotidiana a través de conversaciones triviales, pero con un sabor muy auténtico. Dios sabe que cualquier grupo humano reunido en un lugar determinado, sea una cafetería, un coche o el club de un señor de la droga, de lo que suele hablar es de cosas que a los demás no les parecen importantes; ¡demonios, apuesto a que hasta los superhéroes lo hacen! El gran problema es que Tarantino se toma en ambas partes, sobre todo en la primera, un tiempo excesivo para encariñarnos con sus protagonistas. Reconozco que hubo momentos en los que eso me cargó bastante, aún a pesar de comprender muy bien las intenciones del amigo Quentin.

Porque esta parsimonia tiene un motivo, queridos lectores. Igual que Audition (que sospecho jamás me atreveré a ver) funciona porque comienza como una especie de drama romántico intimista para sumirnos de repente en el horror más sangriento, Death Proof funciona porque nos sume en la falsa seguridad de estas vidas corrientes (o no tanto) para golpearnos por sorpresa cuando menos lo esperamos. Vale, no exactamente por sorpresa, pues Especialista Mike da desde el primer momento en que le vemos espiando a Julia y sus amigas claras muestras de ser un individuo muy siniestro; pero aún así, los estallidos de violencia sobre ruedas golpean como un mazazo al espectador distraído.

Esto quiere decir también que no hay tanta acción trepidante como los trailers nos podrían hacer creer, pero la que hay es intensa y memorable. De hecho, todo el tramo final de la película es un largo duelo entre Mike y sus futuras víctimas, realizado sin trucos digitales y por ello mucho más intenso (también ayuda que el villano pille a las chicas mientras hacen, por pura diversión, una maniobra demasiado suicida hasta para los estándares de la profesión). Lo que pasa es que si se va con la idea de ver un carrusel de acción sin pausa se puede salir muy escocido de la sala, y no sin cierta razón.

Death Proof saca además mucho jugo de la relación entre los coches, el asesinato y el sexo. Como ya dije en un trabajo que hice para Semiótica de la Comunicación hace tiempo en la universidad, los asesinatos de las películas de terror tienen mucho de violación metafórica de la víctima, que casi siempre es femenina. A ello se une la idea del coche como prolongación del pene y/o modo de compensar su poco tamaño: cuando Mike arranca quemando rueda en un momento de la película, las protagonistas se burlan de él diciendo que "la tiene pequeña" en una escena que no tiene nada de trivial. Atendiendo a estas claves, Especialista Mike se nos presenta como un sádico misógino, que odia a las mujeres porque ya no se interesan por él (no hay más que ver sus aires algo torpes al tratar con las chicas en el Texas Chili Parlor, o la reticencia inicial de Mariposa a bailar para él como parte de una apuesta con Julia) y que las "viola" usando su coche como símbolo fálico y arma destructora.

¡Inciso importante! A partir de aquí, posibles spoilers. No, alerones no: spoilers. Del tamaño de la catedral de Burgos, si me apuráis. Seguid leyendo por vuestra cuenta y riesgo seleccionando el texto oscurecido

Lo que pasa es que, como bien sabe la gente sensata, hay una cosa por ahí que se llama karma, y el de los violadores, ya sean literales o metafóricos, es muy malo. Y cuando Mike decide emplear sus malas artes con un nuevo grupo de chicas sin saber que dos de ellas son colegas de profesión, tras un buen rato de aterrorizarlas y angustiarlas de lo lindo, acaba viendo cómo dan la vuelta a la tortilla y le convierten con ello en su presa. Ahora es a él a quien le toca que le "violen": no en vano Kim, la conductora del coche, habla de "darle por el culo" cada vez que le choca por detrás. Esta inversión de las tornas provoca una satisfactoria catarsis en el espectador (o por lo menos en mí), y le sirve a Tarantino para manifestar su opinión sobre cómo deben caer los psicópatas de cine en la derrota: no riéndose del dolor y del peligro como cabrones invulnerables a todo hasta el final, sino humillados a manos de sus pretendidas víctimas.

La película se sostiene en gran medida sobre los hombros de Kurt Russell, que da credibilidad y amenaza a Mike, pero sin convertirle en una especie de monstruo intocable e inmune al castigo. Como vemos en el tramo final del metraje, no importa lo malo y cruel que seas: si te hacen una herida chillas y maldices, y si de cazador pasas a ser la presa te asustas. Russell no teme mostrar esta vulnerabilidad humana del asesino, y tampoco le tiembla el pulso al dejar entrever su condición de reliquia de otra época (el momento en que explica a una audiencia femenina sus trabajos en televisión sin que ninguna de las chicas reconozca los títulos que menciona es clave). Frente a él, las actrices protagonistas conforman un conjunto de mujeres fuertes y decididas que, de una manera u otra, le plantan cara con convicción; y ya se sabe que no hay nada que le dé más miedo a un misógino que una mujer fuerte.

Ahora queda esperar su edición en DVD, que esperemos sea tanto como película independiente como en el formato original de Grindhouse. Así podremos comparar los metrajes de ambas versiones de las películas y ver qué metraje se añadió y con qué criterio; con semejante material, las tertulias frikis tendrán tema de discusión para meses.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Pablo:
Te hemos metido en esta bonita red de blogs...
http://blogs.elcorreodigital.com/divergencias

Un saludo