lunes, 30 de julio de 2007

Es así como comienza el mundo (T. S. Eliot, escribiendo en su blog)

Me llamo Pablo, y en el momento que escribo esto no sé muy bien hacia dónde va mi vida. Mejor dicho, no tengo ni idea de si va hacia alguna parte a la que sea digno llegar. Tengo casi 29 años, dos carreras, un máster, y muy pocas experiencias de trabajo hasta la fecha. Bueno, he tenido prácticas remuneradas en un periódico de mi tierra (El Diario Montañés), y ahora hago algo parecido en El Mundo de Ibiza y Formentera, encargándome de elaborar contenidos para el suplemento veraniego "On Anem?". Pero trabajar, lo que se dice trabajar por un sueldo que me dé para vivir por mi cuenta, sin parasitarle a nadie... Eso me parece ciencia ficción en estos momentos. Otra cosa que me parece ciencia ficción es la posibilidad de encontrar pareja, o siquiera un rollo de una noche: eso es algo que nunca me ha pasado, y que soy consciente de que nunca me pasará.

Y si alguien me va a proponer que lo que tengo que hacer es irme de putas, voy a tener que rechazarlo. Lo siento, chaval (o chavala), pero no tengo ganas de conocer a tu madre.

Pero este blog (término inglés para denominar la autofelación) no es para que yo me ponga a contar mis oscuras y góticas penas, y cómo el brutal mundo exterior aplasta, viola y coarta mi rico mundo interior. No señor: eso lo dejaré para otro blog. La Página Negra responde a otro propósito muy distinto, que ahora procederé a explicar yéndome por las ramas.

¿Qué les parece esta página, queridos lectores? ¿Y esta otra? A mí me encantan. Críticos amateurs de cine, escribiendo sobre pelis de terror, tiros, sangre y sexo turbio. Alabando a algunas películas de manera razonada, poniendo a parir otras con gracietas chistosas que, a veces, me hacen partirme de risa. Will Laughlin y Scott Ashlin me han hecho pasar muy buenos ratos en mi infeliz vida de friki. Y, como soy un friki y mi vida es infeliz, no os quepa duda que los buenos ratos vale más que el oro para mí.

Mi afición por estas páginas (y otras similares) era tal que, mientras estaba haciendo el Master de Periodismo Multimedia El Correo-UPV, las leía constantemente. Incluso en clase. Incluso delante de las narices de mi sufrido profesor de Redacción, el siempre eficaz aunque un poco estirado Iñaki Esteban. Hasta tal punto llegaba mi afición que mis compañeros (sobre todo Sofía Ruiz de Velasco, que también curra en El Mundo, pero el del País Vasco) siempre me decían al verme enfrascado en una de esas páginas:

"Qué, Pablo, ¿otra vez estás con tu página negra?"

Otra vez con mi página negra. Que en realidad eran dos, pero nunca me molesté en explicárselo a la gente. ¿Y por qué? A lo mejor era por lo pegadizo del nombre. Simple, directo y sonaba bien en su obviedad. La Página Negra. Qué lástima que, en realidad, no existiera, porque eran dos.

Pero, ¿y si existiera? ¿Y si yo, cual jovenzuelo alborozado y lleno de ilusión, me animara a crearla? ¿Y si lograra llegar a la gente, y hacerles reír, llorar, chillar, romper los muebles, con mis agudas, ingeniosas y acertadas críticas? Seguro que lo puedo hacer mejor que algunos cretinos que corren por ahí. Pero en mi caso no pensaba limitarme al cine, sino que también acercaría mi tenebrosa mano de crítico aficionado a los videojuegos, por los que siento una pasión desmedida desde pequeño (mientras que por el cine... ¡caramba, qué coincidencia!). ¡Y seguro que, poco a poco, lograría el respeto y la admiración de los que me rodean! ¡Incluso ligaría y todo!

He tardado más de un año en poner en práctica mi sueño. Tal vez porque lo bueno que tienen los sueños es que siempre son perfectos en tu cabeza. Lo controlas todo. Puedes convertirte en rico y famoso, llevarte a la chica que quieres a la cama, encontrar la felicidad y el amor verdadero. Cuando los intentas hacer realidad, sólo encuentras desilusión, porque descubres que no era todo tan fácil, y que nada sale tan bien como en tu imaginación. Es lo que me ha paralizado en tantas ocasiones de la vida.

Ya no.

La Página Negra ya se ha puesto en marcha. Ha arrancado con un gemido, y no con un estallido, pero así son los sueños cuando los tienes que llevar a la práctica en la realidad. La falta de presupuesto te obliga a hacerlo todo más de andar por casa, tu condición de capullo anónimo impide que nadie (excepto tú) se dé cuenta del feliz alumbramiento, y es hasta posible que fracases en tu intento.

Pero lo malo que tienen los sueños es que sólo pasan en tu cabeza. La vida es lo que pasa fuera. Y los sueños y esperanzas tienen que vivir, no estár siempre en el útero de nuestros pensamientos.

Así que ésta es La Página Negra. Ahora podremos ver de qué soy capaz con ella.

7 comentarios:

Doctor Alemán dijo...

Veamos la bilis que tienes por ofrecer, hombre.

Me gusta mucho la historia del nombre de la página, por cierto.

PePe dijo...

¡Gracias por su amable visita, Herr Doktor! Y no se preocupe por la bilis: la habrá en dosis sabiamente administradas, sobre todo cuando decida analizar las artes fílmicas (o falta de las mismas) de Uwe Boll.

Munchausen dijo...

Mira que no ver la trampilla... Me engañaron en aquel walkthrough... Por suerte se me ha ocurrido pinchar el enlace... Tiene buena pinta.

PePe dijo...

Gracias, muchas gracias, y bienvenido. Yo con los walkthroughs hago como con la Wikipedia: fiarme, pero no al 100%, por si acaso. Los que hay en Gamefaqs suelen ser bastante fiables, de todos modos, aunque tienen la pega de estar en inglés (yo lo domino, pero sé que no todo el mundo lo hace). Concretamente, en la guía del NOLF explicaban los dos métodos para pasar los lásers: el de la trampilla, o normal, y el de saltarlos a la brava, diseñado para volver a los jugadores unos maniacos homicidas.

Anónimo dijo...

Ánimo y un saludo desde Bilbao.

PePe dijo...

Gracias, gracias ;)

Anónimo dijo...

No pierdas la esperanza Pablo, que el trabajo aparecerá y la pareja en cualquier momento.
Quizá ya te hayas cruzado con ella y simplemente te esté esperando.