Si hay un buen momento para empezar a creer en el Destino, tal vez haya llegado para mí. Al poco de ponerme en serio con mi crítica de Zombies Party, me llegó por fin la oportunidad de realizar una entrevista de trabajo, de la que salí con un compromiso del entrevistador de llamarme para concretar cuándo comenzaría en la empresa. Con esa gran noticia en el bolsillo, partí a mis vacaciones navideñas con la familia, para recibir ayer mismo una sorpresa que me va a obligar a acortarlas: una segunda entrevista de trabajo. Y por si fuera poco, anteayer me compré por fin la esperada Caja Azul de Aventuras en la Marca del Este, y anoche mismo comencé a iniciar a mis sobrinos en las nobles artes del saqueo de subterráneos y el ahostiamiento de kóbolds y otras gentes de mal vivir.
Con todos estos datos en la mano, creo que Alguien me está mandando una indirecta para sugerirme que a ver si actualizo el blog con más frecuencia. O tal vez sea pura imaginación mía, paeridolia aplicada al actual discurrir de mis días. Por si acaso, y porque de todas formas quiero devolverle la vidilla a este blog, voy a celebrar a mi manera un reciente (y glorioso) aniversario: el primer decenio desde que el Grand Theft Auto III (GTA III para los amigos) cambio la faz del mundo del videojuego para siempre.
El germen de un género nuevo
Representación gráfica de la carrera de DMA/Rockstar de sus inicios hasta hoy.