Al fin me encuentro un poco mejor tras el brutal catarro que me estuvo atormentando al principio de la semana que termina en estos instantes, de modo que es hora de añadir una nueva crítica al blog. y como no he tenido tiempo de ver Silent Hill con el detenimiento que requiere su análisis (sin contar que me resulta raro hacer la crítica de una película basada en un juego sin hacer lo propio antes con el juego en que se basa), volveré a recurrir a mi proverbial buena memoria para contaros lo que opino de un juego que es, junto con su posible precursor Breakdown, de un curioso subgénero de los juegos de tiros en primera persona o FPSs: el juego de lucha callejera en primera persona.
El juego se llama Condemned - Criminal Origins, y es obra de una de las compañías que mejores juegos de tiros hace: Monolith. Ellos son los creadores de memorables ejemplos del género como F.E.A.R. o la saga No One Lives Forever. Sus juegos puede que no sean los más originales, pero saben aprovechar muy bien ideas ya puestas en práctica en juegos anteriores. Para este título, su elección es hacer, como en F.E.A.R., un juego en primera persona con un fuerte componente de terror y suspense, pero con un pequeño cambio: la acción principal se basa en el combate cuerpo a cuerpo, con todo lo que esto implica.
¡Esto con Haggar no pasaba!
El escenario de la acción es Metro City. Me gusta pensar que, a pesar de que Condemned está hecho por una compañía que nada tiene que ver con Capcom, se trata de la misma ciudad en que se desarrollaba la acción del Final Fight. En cualquier caso, la ciudad no ha ido más que a peor desde que Mike Haggar fuera su alcalde: una reciente ola de locura inexplicada ha convertido a los vagabundos y sintechos de sus calles en lunáticos violentos que atacan sin provocación, y con una ferocidad que deja a los extintos Mad Gear como una panda de hermanitas de la caridad. Al mismo tiempo, sin conexión aparente con estos hechos (aunque puedes apostar a que existe una conexión oculta), se están produciendo muertes de pájaros.
En medio de esta situación de caos y chunguez general, tomamos el control del agente del FBI Ethan Thomas (Greg Grunberg, uno de los Héroes), un especialista en asesinos en serie. En el momento en que da comienzo el juego, nuestro protagonista se dirige a la más reciente escena del crimen de uno de sus objetivos, el Casamentero, en un edificio de apartamentos abandonado. Tras encontrarse con los policías que vigilan el lugar, comienza su labor de recogida de pistas, descubriendo una huella en la "escenografía" de la muerte que revela que el autor del crimen tiene el dedo índice de la mano derecha amputado. En ese momento, el más veterano de los polis reprende a su compañero por ponerse a fumar en la escena del crimen... y su compañero le responde que él no ha encendido ningún cigarro. Oh-oh: parece que Ethan y los policías tienen a su hombre aún dentro del edificio.
Reaccionando rápido, Thomas se dirige a buscar a la fuente de ese humo, teniendo que abatir a tiros por el camino a unos cuantos okupas violentos. De repente, se produce un apagón, lo que le lleva a tener que buscar la caja de fusibles para volver a encender la corriente. Cuando lo hace, descubre que todo era una trampa: alguien le abre la cabeza con un objeto contundente y le arrebata su arma reglamentaria, pero sin motivo aparente le deja vivo pese a tenerlo a su merced. Tras tener que atravesar pasillos derruidos enfrentándose a más maniacos, despachándoles con las armas improvisadas a las que puede echar guante, Thomas logra alcanzar a su misterioso asaltante. O más bien, es él quien le alcanza, zarandeándole por el cuello y advirtiéndole que "están del mismo lado" justo antes de usar la pistola para abatir a los dos policías y arrojar a Ethan por una ventana. Curiosa manera de demostrar que está de parte de Thomas, si me preguntáis mi opinión.
A partir de ese momento, Ethan Thomas tendrá que huir de la policía, que le acusa de las muertes de los dos agentes, e investigar quién es el verdadero asesino y por qué no le ha matado cuando ha tenido ocasión. Para ello tendrá que meterse por túneles de metro, grandes almacenes abandonados y colegios cerrados con el fin de recabar las pistas necesarias, enfrentándose en el proceso a multitud de vagabundos locos. Aparte de la ayuda de un viejo amigo de su padre, Malcom Vanhorn (John Armstrong) y de Rosa, la forense asignada para ayudarle en el caso del Casamentero (Kimberli Colbourne), Ethan está solo. Y será cosa suya solucionar los crecientes interrogantes que se le plantearán a lo largo de sus investigaciones, como la identidad del asaltante, su propia capacidad para sobrevivir a accidentes que matarían a un hombre normal, o las extrañas visiones de figuras deformes que asaltan su cerebro. Como tendremos ocasión de descubrir con él a lo largo del juego, hay muchas cosas extrañas e inexplicables detrás de todo lo que está pasando en Metro City; cosas que pueden incluso estar implicadas en la historia familiar del agente Thomas...
¡Hhhhnnnnn! ¡Pisso cuello, pisso cuello!
La jugabilidad de Condemned se basa en el combate cuerpo a cuerpo contra los antagonistas que nos encontramos, utilizando las armas improvisadas que podamos conseguir, que pueden ir desde tuberías o tablones con clavos hasta a hachas de incendios. Cada arma tiene unas estadísticas de fuerza, velocidad, alcance y facilidad para bloquear golpes, y cada vez que vayamos a coger un nuevo arma, veremos cómo tiene esos parámetros en comparación con los de la que llevamos encima. Pronto descubriremos que es más interesante llevar armas más rápidas y que bloqueen mejor, porque un arma pesada, por mucho daño que haga, nos servirá de muy poco si el lunático que tenemos delante nos sacude a toda velocidad con una cañería rota. No obstante, las armas pesadas pueden sernos a veces imprescindibles, al servir para despejar algunos obstáculos específicos: por ejemplo, puertas atrancadas en el caso del hacha de incendios, o candados en el del mazo. Si no tenemos el arma adecuada, un icono nos advertirá qué es lo que nos hace falta.
En ocasiones nos encontraremos armas de fuego, que nos facilitarán la tarea una enormidad. Por desgracia, como de costumbre, hay peros: las armas sólo tienen la carga con la que te las encuentras, y los locos también saben usarlas, lo que puede llevar a momentos muy tensos de jugar al gato y al ratón evitando entrar en la línea de disparo de tu adversario. Usarlas con moderación y precaución nos puede facilitar mucho enfrentamientos a priori imposibles.
Nuestros enemigos no nos lo van a poner nada fácil. Con aspectos de lo más variopinto y ruinoso, se lanzan corriendo sobre nosotros saliendo de las sombras y farfullando insultos, y hacen gala de tácticas tan astutas como esconderse a la vuelta de una esquina para arrearnos por sorpresa en cuanto crucemos o amagar golpes para que nos cubramos antes de tiempo y abramos la guardia ante la verdadera tollina. Por suerte, el hecho de que son un grupo de vagabundos dementes significa que son tan capaces de pelearse entre ellos como con Thomas, una situación que tendremos que aprovechar en las mayores aglomeraciones de enemigos. También es una suerte que Thomas cuente con un táser, que puede incapacitar a un enemigo temporalmente y permitirnos arrebatarle su arma o darle un golpe sin que pueda defenderse.
No todo es acción: algunas secuencias se centrarán en la investigación forense, mediante la que recabaremos y enviaremos pruebas a Rosa en el cuartel general. Estas partes se limitan a puzzles muy sencillos con una herramienta que el propio juego selecciona, y no pasan de ser, a grandes rasgos, cinemáticas interactivas; se echa de menos algo más de complejidad, una verdadera sensación de estar intentando resolver un crimen en vez de hacer cuatro movimientos predecibles para avanzar la trama. Lo normal es que durante estas escenas no tengamos que temer encontrarnos a los locos, pero en algunas ocasiones nos convendrá estar atentos porque nos encontraremos con ellos mientras, por ejemplo, seguimos rastros con la luz especial.
Por lo que respecta a la dificultad, no nos engañemos: a diferencia que otros juegos pensados para consola, y de muchos de PC en general, el nivel "difícil" es ni más ni menos que lo que su nombre indica, y no un nivel "normal" camuflado. Yo tuve la ocurrencia de jugar un par de veces en esta dificultad, y el primer adversario al que afronté cuerpo a cuerpo me reventó la jeta sin despeinarse todas ellas. El nivel normal, sin ser una salvajada, tampoco pone las cosas fáciles.
Los gráficos son excelentes, y hacen tan pavorosas como reales las localizaciones abandonadas por las que transitamos como Ethan Thomas, así como a los enemigos y (escasos) aliados a los que nos encontraremos. La mayoría del tiempo nos rodeará una oscuridad total, por lo que tendremos que usar nuestra linterna; esta, al contrario de lo normal en juegos de acción, tiene una pila inagotable, lo cual es un bienvenido toque de realismo y comodidad frente a las que nos encontramos en el F.E.A.R. y otros similares, que se agotan en cuestión de segundos. Los ambientes oscuros serán además propicios para que los locos nos den unos buenos sustos pillándonos por sorpresa, y para que mantengamos una actitud general de miedo y paranoia; uno de los mejores momentos en este sentido es nuestra visita a los grandes almacenes abandonados, donde los locos llevan máscaras elaboradas con las cabezas de los maniquíes, e incluso se camuflan inmóviles entre ellos, a la espera de que les demos la espalda para poder atacarnos. Hay también pocos, pero intensos, sustos "de guión", el más memorable de los cuales ocurre mientras usamos una de nuestras herramientas forenses (y hasta ahí puedo leer).
Al igual que en el F.E.A.R., la visión en primera persona es mucho más auténtica de lo que suele ser normal, pudiendo vernos el resto del cuerpo cuando bajamos la mirada y reaccionando de manera realista cuando sufrimos caídas u otros percances por exigencias del guión. Nos sentimos que somos el propio Thomas, y que estamos allí, en medio de la refriega, lo que contribuye aún más a reforzar la atmósfera opresiva Sin embargo, a diferencia del F.E.A.R., algunas cinemáticas serán en tercera persona, empezando por la que abre el juego. Aquí no hay ninguna sorpresa final con la identidad del protagonista que obligue a ocultar su cara de manera constante.
El guión mantiene el interés durante todo el juego, y no tiene miedo de dejar sin contestar unas cuantas preguntas. Cuando llegamos al final, a pesar de haber resuelto el caso de nuestro misterioso atacante y el de al menos dos de los asesinos en serie a los que perseguíamos, tenemos muchos más interrogantes que al comenzar. Nunca se llega a explicar en profundidad el origen de los seres que parecen estar tras la locura de los vagabundos, cómo la causan, o la conexión que Ethan tiene con ellos; como el género del terror asienta sus pilares en la ambigüedad de lo sugerido (y si no que se lo cuenten a cierto capullo racista de Nueva Inglaterra), esto contribuye aún más a la impresión que Condemned deja en nuestra psique mucho después de haberlo desinstalado (o retirado de la consola). Otro factor que ayuda es que se basa en un conjunto de personajes principales muy reducido, lo que ayuda a tener muy claro quién es quién y por qué deberían importarnos: nada de "casts" multitudinarios haciendo sudar sangre a nuestra memoria para quedarnos con sus nombres.
Durante el juego nos encontramos con objetos especiales que sirven para desbloquear documentos de trasfondo, vídeos de producción del juego, conceptos artísticos de los lugares y personajes, y otras pijaditas. Esto tiene bastante que ver con que el juego estaba concebido originalmente para Xbox 360, y estos objetos coleccionables eran parte de los logros para el juego. Conseguirlos todos tiene aspecto de ser un importante dolor de tarro, pero al no ser obligatorio, simplemente es un detalle simpático que le da un poco de rejugabilidad (no mucha) al título.
Condemned es una buena elección si eres aficionado al terror y tienes un PC lo bastante potente (o una Xbox 360). Es posible sin embargo, que pueda parecer un poco repetitivo, o que su mecánica de lucha resulte algo correosa según el usuario, y eso sin contar que sus secuencias de investigación son en conjunto un mero escaparate. Pero para los que somos unos yonkarras del miedo, la sangre, y los thrillers al estilo El silencio de los corderos, este juego es de compra obligada. No hacen los suficientes como para que podamos permitirnos el lujo de dejar pasar una joya como esta.
2 comentarios:
Estoy con el 'F.E.A.R.' ahora. No me está molando nada, parece de cinco años antes de lo que es. Eso sí, no pienso jugarlo solo por la noche, da cierto yu-yu.
¿De cinco años antes? Puede ser cosa de que tu equipo tenga una potencia menor de la necesaria para verlo con algo de su esplendor (al menos, eso es lo que se me ocurre, a falta de saber tus especificaciones técnicas). El juego autodetecta la mejor configuración para el ordenador, y por lo que vi trasteando con la configuración, admite configuraciones muy básicas: de hecho, con todo al mínimo salía más pixelado que el Doom original.
Eso sí, con una tarjeta gráfica bien potente (yo tengo ahora una GeForce 7600)sí que impresiona. Al menos a mí
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