Voy a ser breve en este post, dado que tengo muchas cosas más que hacer en este día. Anoche, tal y como os dije en mi último post, fui a la fiesta que Hemoglozine organizaba en la sala Zahora Magestic de Ciudad Real. Lo cierto es que, una vez llegué, no encontré motivo para quedarme demasiado tiempo, excepto el suficiente para tomar estas fotos.
El que no me quedara mucho tiempo no tuvo que ver con el buen hacer de los chicos del festival, que pusieron de su parte toda la carne en el asador para asegurar una fiesta divertida, bien espolvoreada de clásicos del pop ochentero y español; tuvo más relación con mis gustos personales, bastante distintos, y con mi tendencia natural a aburrirme en las fiestas.
Por si no lo habíais notado al leer este blog en detalle, soy un tío raro.
Después de la visita a la fiesta de Hemoglozine, hice una pequeña tournée por el resto de mis locales favoritos de Ciudad Real, el Traste, el Deicy Reilly’s, el Living Room, el Fraggle Rock… Siempre en busca de caras conocidas de otros años. Nunca con éxito. Bueno, sí que vi a algún viejo conocido, pero no a los que buscaba en concreto. Acabé volviendo a casa temprano para la noche que era, a eso de la una y pico, y echándome a planchar la oreja.
¿Tan aburrido soy? Sí, pero es algo más que eso. Mucho más. Desde que vivo en Ciudad Real, siempre había ido al Purgatorio, el garito de heavy metal por excelencia de Ciudad Real, por estas fechas. Éste es el primer Halloween que paso en Ciudad Real desde que cerró el Purgatorio, y no puedo evitar echarlo en falta. La crisis de mierda se lo ha tragado, como se ha tragado tantos negocios, tantas ilusiones y tantas oportunidades de prosperar, y no deja de ser apropiado que dedicara la noche a pensar en el antro en el que tantos momentos felices (y algunos no tanto, todo hay que decirlo) pasé en buena compañía.
Disculpadme la melancolía. En unos instantes, seguimos con la programación habitual.
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