El último mes no ha sido muy bueno para ser yo, entre ampliaciones de la jornada a cinco días (que no me dejan tiempo para ir al gimnasio), amigas que ya no quieren hablarme por mi incapacidad de controlar mi ira, y broncas del jefe por no tomarme lo bastante en serio mis responsabilidades como encargado de una sección (pequeñita, pero sección al fin y al cabo).
Todo eso no importa hoy. Estoy en las Jornadas Senpai de Castellón en el momento de escribir estas líneas, escuchando cómo una celebridad otaku local demuestra sus habilidades (que no entraré a juzgar) sobre el escenario, mientras a mi alrededor el resto de la frikería conversa, juega partidas de Magic o intenta llenar el estómago a base de bocatas y ramen. Y yo, Dios mediante, voy a revivir los tiempos heroicos de los comienzos de este blog, cuando me apalancaba en la redacción de El Mundo de Ibiza y Formentera para escribir posts kilométricos en plan maratoniano. Porque ya llevo demasiado tiempo sin actualizar, y porque la expansión del Dragon Age (a los contenidos descargables, de momento, no me acercaré) merece el comentario.
Cuando la horda piensa… y planea
Gracias a Bioware, Sephirot pudo desencasillarse tras el Final Fantasy VII y sus spin-offs.