No es una matanza, es una FIESSSSSHHHTA.
Hace siete años, una noche de verano en una humilde (y algo decrépita) oficina de Ibiza, me lancé por primera vez a la aventura de escribir un blog sobre mis principales pasiones. Lo hice como un modo de demostrar, a los demás y a mí mismo, que sabía escribir; como un intento de emular a mis por entonces ídolos de la tecla internetil, Will T. Braineater y El Santo; y como un modo de calmar la angustia de estar a mil kilómetros de casa, en una pequeña masa de tierra rodeada de agua, sin ordenador propio (ergo, sin videojuegos) y con un futuro de lo más incierto por delante. Todo comenzó con un post de presentación autocompasivo pero deseoso de ser algo más, con una declaración de intenciones con la que trataba de darme ánimos para afrontar el desafío; a partir de ahí fue surgiendo todo lo demás.
Han sido muchos años hablando de cine extraño (y no tan extraño) y de videojuegos. Siete, ni más ni menos. En este tiempo, mi vida ha cambiado mucho: de joven parado y sin esperanzas a expatriado en Ciudad Real, primero con trabajo y luego sin él. He acabado de vuelta en el punto de partida, sólo que ni yo soy el mismo ni parto de cero como aquel lejano 30 de julio de 2007: tengo a mis espaldas 151 entradas, incluyendo más de una (y de dos) de desvarío y petición de disculpas por mi tardanza en actualizar. He tenido largos intervalos de sequía y desmotivación, y algunos períodos de actividad casi maníaca, punteados por constantes dudas sobre mi talento y el sentido de escribir. He tenido tiempos de más contacto con los lectores y tiempos, ay, de absoluta sequía de comentarios. He tenido el honor de conocer a gente como Roy Ramker y Ekon Molina, y de escribir para Otakufreaks, Pixel Busters e indie-o-rama, y de embarcarme en un proyecto lleno de gente con talento llamado Game Report. Y he tenido la sorpresa (y el placer) de comprobar que existe entre los hispanohablantes, sobre todo entre los que vivís al otro lado del Atlántico, un gran amor por Watership Down, que sigue siendo de lejos la entrada con más visitas de todo el blog.
Y todo gracias al impulso de un hombre-niño de 29 años que una noche decidió combatir a la soledad y a la depresión hablando de lo que le gustaba. Gracias a este pequeño blog. De todo lo que he escrito y hecho relacionado con el periodismo y la escritura en general, puede que lo que he hecho para la Página Negra no sea lo más presentable en la sociedad común, pero sí que es lo más importante; es el cimiento de todo lo que he hecho desde entonces.
Y no sé si la crisis me permitirá volver a tener trabajo alguna vez en la vida, ni si acabaré siendo otra de sus víctimas anónimas, muriendo debajo de un puente mientras cierto imbécil de barba espesa y neuronas escasas proclama el “éxito” de la “recuperación” de España. No sé si viviré para ver la tambaleante torre de Babel de los juegos triple A terminar con un espectacular derrumbamiento al estilo del crash del 83, o si el edificio dejará de temblar como un flan y se estabilizará sobre mejores cimientos. No sé qué será de mí, ni de los que quiero, ni si podré seguir al lado de mis amigos o tendré que separarme de ellos. De momento, vamos a ver si La Página Negra cumple otros siete años más.
Tan sólo os pido un par de favores: que me sigáis leyendo, y que no dejéis que me amuerme y pierda la ilusión por escribir. Por lo demás, que sigáis disfrutando de las tonterías que aquí pongo por mucho tiempo y con buena salud, y que el mundo sea un lugar un poco mejor dentro de siete años más.
3 comentarios:
Mis más sinceras felicitaciones por los siete años de la Página Negra.
Felicidades por estos 7 años compañeros, yo seguiré pasándome por aquí para darte la murga siempre que pueda, así que solo me queda decir...¡no dejes de escribir y arriba esos ánimos! :)
Felicidades por esos fantásticos siete años, compañero. Espero que se multipliquen mucho. Aún recuerdo cuando, al poco de entrar en twitter (tras estrenarme en Pepinillo Guerrero), descubrí esta web y leí varias reviews de juegos, todas muy buenas y amenas.
Un placer tenerte de compañero en PB y GR. ¡Que el ritmo no pare!
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