El fin de marzo llega sin que la primera que (en teoría) ya ha comenzado se haga sentir con fuerza, y sin que yo haya cubierto la mitad de lo que me proponía para el blog: en suma, que las cosas podrían ir mejor (y eso que no entro en la materia de búsqueda de trabajo). Claro que también he cumplido (a trancas y barrancas, pero lo he hecho) con mis compromisos para con Pixel Busters y tengo más esperanzas que nunca de retomar mi colaboración esporádica con Otakufreaks; suponiendo, claro está, que Roy Ramker no me mande antes a la mierda.
¿Y de qué toca farfullar hoy en este blog? De trajes oscuros con diseño de rayas verticales blancas, metralletas Thompson, ofertas que no se pueden rechazar y zapatos de cemento para los que hablan de más. Más en concreto, de cierto que, a rebufo del Grand Theft Auto III, quiso construir una épica historia sobre la Mafia al estilo de El Padrino o Érase una vez en América. Poneos elegantes, porque vamos a la nada tranquila urbe de Lost Heaven a tratar con la Mafia.
Ocho años de pistolero a sueldo queman a cualquiera
Aunque no os lo creáis, estamos contemplando el principio de una hermosa amistad.